A sus 50 años, Gabriel Soto no solo sigue siendo uno de los galanes más constantes de la televisión mexicana, sino también un ejemplo de disciplina física y evolución personal.
Su transformación corporal a lo largo de los años ha sido tan notoria como su presencia en pantalla: de modelo juvenil y fisicoculturista a actor maduro que ha sabido moldear su imagen a las exigencias del personaje y del momento.
¿Cómo pasó Gabriel Soto de fisicoculturista a protagonista de telenovelas?
Mucho antes de que el público lo conociera como Ulises en Amigas y Rivales en 2001, Gabriel Soto ya era conocido en el mundo del modelaje y el fisicoculturismo.
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Su complexión atlética, resultado de años de entrenamiento intenso, fue su carta de presentación en la industria del entretenimiento. Ganó concursos, apareció en revistas y desfiló en pasarelas, pero lo que realmente quería era actuar.
Su debut como “el feo” Ulises, un personaje con baja autoestima y sin atractivo físico, representó una paradoja impactante: uno de los hombres más guapos de la televisión tenía que convencer al público de lo contrario. Y lo logró.
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¿Qué dice su cuerpo sobre los personajes que ha interpretado?
Con el paso del tiempo, Gabriel Soto supo adaptar su físico no solo a las expectativas de sus fans, sino también a los retos que le imponían sus personajes. En Bajo las riendas del amor o Sortilegio, encarnó al clásico galán musculoso, fuerte y confiable.
En Libre para amarte, bajó la intensidad del entrenamiento para interpretar a un hombre más relajado, divertido y cotidiano. Y para Monteverde, su telenovela más reciente, dejó atrás el arquetipo de galán para transformarse en un terrateniente maduro y rudo.
El físico también se adaptó: más sobrio, más fuerte en apariencia que en definición muscular, reflejando a un hombre con años de trabajo rudo sobre los hombros.
¿Cómo afectó su salud su imagen física en 2024?
El 2024 fue un punto de quiebre. La salud de Gabriel Soto se deterioró por problemas de hipertensión arterial. Fue hospitalizado en cuatro ocasiones y por primera vez en décadas, su cuerpo le pidió un alto. La musculatura firme y el entrenamiento diario tuvieron que ceder ante lo urgencia de sanar.
“Tuve que aprender a cuidarme desde otro lugar, no desde la vanidad sino desde la necesidad”, confesó en una entrevista reciente.
Cuando volvió en 2025 con Monteverde, Gabriel Soto reapareció con una imagen distinta, menos marcado y más fuerte desde lo emocional. Su rostro mostraba madurez, su cuerpo se veía más real y más humano.
Para muchos, fue su transformación más poderosa, no por lo visible, sino por lo que representa. Y es que, en tiempos donde las redes sociales exigen la eterna juventud, Gabriel Soto desafió esa presión con algo más valiente: autenticidad.
¿Qué lo convierte en un ícono que se transforma sin perder vigencia?
Hoy, al llegar a los 50, Gabriel Soto ha encarnado cada versión posible del galán televisivo. Fue musculoso en sus inicios, luego vulnerable, a ratos agotado y más tarde reconstruido. Pero, sobre todo, ha sido fiel a su momento vital y a su propio relato.
Mientras unos aún lo evocan como aquel inolvidable Ulises que decía “Si gritan ‘feo’, yo volteo”, otros reconocen al hombre que aprendió a escuchar su cuerpo y a reinventarse, sin dejar nunca de brillar en pantalla.