Un reciente estudio de la Profeco advirtió que varios productos en el mercado mexicano aparentan ser jamón, pero no cumplen con los requisitos necesarios para llamarse así. Estas imitaciones, aunque similares en apariencia, pueden contener ingredientes de menor calidad nutricional y confundir a los consumidores por su empaque o denominación comercial.
¿Qué productos se parecen al jamón pero no lo son?
El análisis del Laboratorio Nacional de Protección al Consumidor detectó que productos etiquetados como “embutido cárnico cocido” o “producto cárnico cocido” no cumplen con la Norma Oficial Mexicana NOM-158-SCFI-2003. Esta norma especifica que el verdadero jamón debe elaborarse con carne de cerdo (pierna trasera), pavo (muslo), o una mezcla de ambas, respetando límites de humedad, proteína y fécula.
La Profeco encontró que algunos embutidos contienen soya en cantidades elevadas, además de fécula en proporciones que superan el 10 %. Estas variaciones reducen su valor nutrimental en comparación con el jamón legítimo, aun cuando a simple vista parezcan similares.
¿Qué marcas fueron señaladas en el estudio?
El estudio incluyó productos clasificados como preferentes, comerciales y económicos. Algunos ejemplos relevantes son:
Aurrera Embutido cocido con pavo, 500 g: Tiene un contenido neto menor al que indica su etiqueta.
Galy Galicia Embutido cárnico: Contiene 163 mg/kg de nitritos, superando el límite permitido de 156 mg/kg para aditivos.
Bafar Clásico Embutido cárnico, 400 g: Declara un 9 % de grasa, pero solo contiene 5.7 %, y no cumple con los requisitos de etiquetado claros establecidos en la Ley Federal de Protección al Consumidor.
¿Por qué pueden engañar estos productos?
La Profeco señala que muchos de estos productos usan envases, colores y formatos que imitan al jamón real. Aunque no usen esa palabra en su etiqueta, el parecido puede inducir al error. Esto representa un riesgo para quienes buscan opciones con mejor perfil nutricional o que creen estar adquiriendo productos de mayor calidad.
Además, varios de estos embutidos no cumplen con los niveles de grasa, sodio o proteína que declaran, lo que representa una infracción tanto a la normatividad oficial como a los derechos del consumidor.
¿Qué recomienda la Profeco a los consumidores?
La principal recomendación del estudio es leer con atención las etiquetas. Si el producto no se denomina específicamente “jamón”, probablemente no lo sea. También sugiere revisar el etiquetado frontal, ya que un mayor número de sellos de advertencia puede indicar un perfil nutricional desfavorable.
Otra sugerencia es no dejarse llevar por la presentación del producto. La textura, el color o el diseño del empaque no garantizan su calidad. Lo fundamental es verificar la información declarada, especialmente en lo referente a ingredientes y contenido neto.
El análisis de la Profeco advierte que, aunque estos embutidos pueden tener precios más bajos, su consumo frecuente puede afectar la salud por su alto contenido en sodio, grasas y aditivos. Optar por jamón auténtico, regulado bajo norma oficial, sigue siendo una opción más segura y confiable para quienes buscan cuidar su alimentación.