El pasado 25 de noviembre, México perdió a una de las voces más importantes y hermosas de la música popular. A los 90 años, Guillermina Jiménez Chabolla, mejor conocida como Flor Silvestre, dejó este mundo y su hermoso canto ahora solo se podrá escuchar en grabaciones.
Rodeada de sus hijos y nietos, el corazón de Flor Silvestre, evidentemente cansado y de causas cien por ciento naturales, dejó de latir en El Soyate, el rancho perteneciente a la mítica intérprete y que se ubica en Zacatecas, a 96.8 kilómetros de la capital de este estado y a 120 kilómetros de Aguascalientes.
Su legado es inmenso, no por nada era conocida como el Alma de la Canción Ranchera, la inspiración de su hijo Pepe Aguilar, una autorizada voz para hablar de lo que es la música mexicana, y muchos artistas más. Con una voz privilegiada, una belleza radiante (sobre todo en sus años de juventud) y una extensa trayectoria en la Época de Oro del Cine Mexicano, además de liderar a una de las familias más famosas de la escena artística en el país.
Su influencia fue tal, que llegó a muchos ámbitos más allá de la música y el cine. En 2012, el Hipódromo de las Américas, uno de los edificios más tradicionales y de los más importantes en el mundo de las apuestas y casinos en México, realizó una competencia en la que se entregó el premio Flor Silvestre y contó con la presencia de la propia cantante.
Ahora, será enterrada junto a su esposo Antonio Aguilar. Volverán a reunirse tras la partida de él el 19 de junio de 2007.
Un legado originario de Guanajuato
Nacida bajo el nombre de Guillermina Jiménez Chabolla, Flor Silvestre vio la luz el 6 de agosto de 1930 en Salamanca. Su talento y el gusto por el canto fue heredado de parte de su madre, pero ella misma se encargó de desarrollar ese don, al punto de que, a sus ocho años de edad, ya hacía presentaciones para sus padres.
Tras sus estudios de educación básica, se mudó junto con su familia a la Ciudad de México para estudiar secretariado, además de que aprovechó su presencia en la capital del país para dar una pequeña presentación en un escenario.
Su privilegiada voz fue tan llamativa y atractiva para todos, que no tardó el tiempo para que pudiera cantar en las estaciones de radio y ganar popularidad, a la par que ya buscaba hacerse de un nombre artístico que atrajera más la atención.
Gracias a Arturo Blancas, locutor de radio de la XEFO (Radio Nacional de México), fue que se llamó Flor Silvestre, debido a que en esas épocas (1943) había salido la película homónima, protagonizada por Dolores del Río y dirigida por Emilio “El Indio” Fernández, proponiéndole dicho mote artístico que la acompañó por el resto de su vida.
Con una creciente popularidad y apariciones en la radio como en la XEW (La Voz de América Latina desde México), Flor Silvestre pudo formar aparte del elenco del Teatro Colonial, lo cual le permitió conocer otros países de América Latina, gracias a las giras que realizaban para exponer a talentosas estrellas.
Después de viajes entre 1947 y 1949, regresó a México y tuvo presentaciones en El Patio, popular centro nocturno de la época en la que se presentaron personalidades de talla nacional e internacional como Pedro Vargas, Lucha Villa, Raphael e incluso Judy Garland, la popular actriz que protagonizó la película El Mago de Oz, en 1939.
Entre la música y el cine
En los años 50, su carrera siguió en ascenso y fue contratada por Emilio Azcarraga Vidaurreta para conducir y cantar en el programa “Increíble pero cierto”; para protagonizar cinco películas (entre ellas “Primero soy Mexicano”, su debut cinematográfico en 1950) y grabar discos bajo el sello de Discos Columbia.
Fue a partir de ahí que comenzó a demostrar sus dotes vocales con más de 30 álbumes, en los cuales podemos hallar una diversidad de géneros mexicanos. Sus interpretaciones de canciones icónicas como “Cielo Rojo” la hicieron una de las mejores cantantes de la música tricolor.
Por supuesto, también se sintió cómoda frente a la cámara y demostró actuaciones destacadas en filmes como “El Bolero de Raquel”, el cual protagonizó a lado de Mario Moreno “Cantinflas”, también compartió créditos con María Félix en “La Cucharacha”.
La matriarca de los Aguilar
Su primer marido fue Andrés Nieto, con quien tuvo a su hija Dalia Inés Nieto, a sus 18 años. Sin embargo, la pareja se divorció. Conoció a Francisco Rubiales, mejor conocido como Paco Malgesto, un locutor y cronista taurino que le dio a sus hijos Francisco y Marcela Rubiales.
Al igual que sucedió con Nieto, la pareja terminó por separarse. Fue en la década de los años cincuenta cuando conoció a Antonio Aguilar, precisamente mientras ella dirigía “Increíble pero cierto” en la XEW.
Su primera película juntos fue en 1955, en “La Huella del Chacal”, pero el romance comenzó a gestarse durante las grabaciones de “El Rayo de Sinaloa”, filme de 1957, casándose por el civil en 1959. De aquel matrimonio nació Antonio Aguilar (1960), popular cantante y actor, mientras que en 1968, Pepe Aguilar vino a la luz.
La pareja heredó todo su talento y gusto por la música a sus hijos y nietos, quienes han extendido el legado familiar en la industria de la música, siendo Pepe el más reconocido, al tener una extensa carrera en música ranchera, pop y demás géneros. Incluso madre e hijo llegaron a compartir escenarios en algunas ocasiones.
Ángela Aguilar, nieta de Flor Silvestre, también se está haciendo de un nombre en el medio, pues a sus 17 años ha iniciado su carrera en la música ranchera, ya tiene el éxito “Dime Como Quieres”, en dueto con Christian Nodal y a quien le pegó mucho la pérdida de su abuela.
Flor Silvestre dejó este mundo, pero su legado siempre perdurará y su memoria será recordada por todos los amantes de la música en México.