El regional mexicano, un género que ha dado voz a las historias y tradiciones de México, enfrenta una realidad oscura en 2025 con el asesinato de varios cantantes y exponentes. La música norteña y de banda, conocida por sus letras que narran desde amores hasta crónicas de la vida cotidiana, ha perdido a talentosos artistas en actos violentos que reflejan la inseguridad.
La atención pública se centra en estos crímenes que han conmocionado a los fanáticos. Este año, nombres como Ernesto Barajas, miembros del Grupo Fugitivo, Julio Eusebio Labra e Isaac Luna han engrosado una lista que recuerda tragedias pasadas de íconos como Chalino Sánchez.
Ernesto Barajas y Grupo Fugitivo: víctimas de la violencia
Ernesto Barajas, vocalista de Enigma Norteño, fue asesinado el 19 de agosto de 2025 en Zapopan, Jalisco, en un ataque armado directo que también dejó un hombre muerto y una mujer herida. Este grupo, con millones de oyentes en plataformas como Spotify, es conocido por sus narcocorridos, un subgénero que a menudo atrae controversia por sus temáticas.
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Por otro lado, en mayo de 2025, cinco integrantes del Grupo Fugitivo fueron secuestrados y asesinados en Tamaulipas, con sus cuerpos calcinados, según reportes oficiales. Estos crímenes, que ocurrieron en regiones marcadas por la presencia de cárteles, evidencian los riesgos que enfrentan los artistas del regional mexicano, especialmente aquellos que interpretan temas relacionados con el narcotráfico.
Julio Eusebio Labra e Isaac Luna: ataques letales
Julio Eusebio Labra, vocalista de Conquistadores de la Sierra, fue atacado el 1 de junio de 2025 mientras actuaba en el restaurante-bar El Guamuchilito, en Emiliano Zapata, Morelos. Hombres armados irrumpieron en el lugar y dispararon directamente contra él, causándole la muerte en el escenario.
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Esta agrupación, conocida por temas como “El charalito” y “El guerrerense”, era popular en ferias y eventos sociales. Horas después, el 2 de junio, Isaac Luna, líder de Banda la Constructiva, fue asesinado en su domicilio en Irapuato, Guanajuato, tras una presentación.
Sujetos armados ingresaron a su casa y lo atacaron, falleciendo durante la atención médica. Ambos casos, aún sin un móvil esclarecido, reflejan la vulnerabilidad de los artistas en contextos de violencia.
Un trágico legado en el género
El regional mexicano no es ajeno a la violencia, con antecedentes que marcaron la historia del género. Chalino Sánchez, asesinado en 1992 tras ser interceptado por supuestos policías federales, dejó un legado imborrable con sus corridos que narraban la vida en Sinaloa.
Valentín Elizalde, conocido como “El Gallo”, fue baleado en 2006 tras un concierto en Reynosa, en un ataque atribuido a rivalidades entre cárteles. Sergio Gómez, líder de K-Paz de la Sierra, fue secuestrado y asesinado en 2007 en Morelia, Michoacán, con signos de tortura.
Estos casos, junto a los de 2025, subrayan un patrón de violencia que parece acechar a los intérpretes de narcocorridos y otros subgéneros del regional mexicano, especialmente en zonas de alta actividad delictiva.
Un llamado a la reflexión
Los asesinatos de Ernesto Barajas, los miembros del Grupo Fugitivo, Julio Eusebio Labra e Isaac Luna en 2025 son un recordatorio sombrío de los riesgos que enfrentan los artistas del regional mexicano. Aunque sus canciones conectan con millones de personas, la cercanía con temáticas de narcotráfico y la exposición pública los convierten en blancos potenciales.
La falta de claridad en los móviles de estos crímenes resalta la necesidad de mayor seguridad para los músicos y una reflexión sobre el impacto cultural de los narcocorridos. Mientras los fanáticos lloran estas pérdidas, el género sigue siendo un testimonio de la complejidad social de México, donde la música y la violencia a veces se entrelazan trágicamente.